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lunes, 23 de junio de 2008


«Pasaba por aquí?»

Por San Juan

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JUAN JOSÉ IGLESIAS

La noche de San Juan, la noche del día 23 al 24 de junio, se celebra cada día más, varias cosas según la interpretación de cada festejante. Hay quien dice que se celebra el solsticio de verano. La llegada del verano, en que tras un largo y pobre invierno en frío y agua, tuvimos una eterna primavera gris y con mucha lluvia, sobre todo en mayo y lo que va de junio. Pero el verano suele entrar dos o tres días antes, lo cual desmitifica eso de que la noche de San Juan es la más corta del año. Dicen que ya los griegos celebraban los solsticios o «puertas» de entrada del verano, pero esta fiesta que es anterior a la cultura católica o mahometana, pues ya los celtas celebraban el Beltaine (bello fuego), también los beréberes del norte de África y Argelia encienden el día 24 hogueras durante la fiesta de la Ansara. Vamos, que lo que sí está claro es que todo el mundo celebra la llegada del buen tiempo, del verano, de los largos días de luz, que dan lugar a poder trabajar, descansar y divertirse. Son fiestas que, además de celebrarse en toda España, sobre todo en Levante, también se celebran en Portugal, Brasil y Finlandia. Fundamentalmente, se celebra la llegada de la luz, como tributo al Sol, y, por ende, a la naturaleza con la bondad de las cosechas a recolectar en esta época del año. Se celebra la vida en su más amplio espectro y su fecundidad dada por el calor del fuego y del sol. De ahí que esta noche de «fogueras» sea una noche un poco carnavalesca, en el sentido de fundirse todos al calor, y tratar en ese corto espacio de tiempo de dejar libres las mentes y los cuerpos, al abrir las puertas de la otra parte del espejo, liberando a brujas, trasgos, cuélebres y xanas. Lo dice Serrat «en la noche de San Juan, cómo comparten su pan, su mujer y su galán, gentes de cien mil raleas». En Noreña, siempre hubo tradición de hogueras, y recuerdo de siempre las del Truébano, La Mata, Les Carolinas y El Castrillón, todas ellas populares, organizadas por niños y chavales recogiendo muebles viejos y todo aquello que pudiera arder. Se intentó institucionalizar una en el carbayéu del Ecce-Homo, pero casi se arruina el lugar y se trasladó la oficial a Los Riegos, en donde todos los noreñenses pueden quemar sus pesares y pedir sus deseos con rituales al gusto, para acabar bien la fiesta: seguro que «juntos nos encuentra el sol, a la sombra de un farol, empapados en alcohol, abrazando a una muchacha». ¡Viva la vida!

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